La función social del urbanismo

Hacia una conexión entre la ciudad y la sociedad dividida

Hoy la sociedad demanda junto con justicia social, justicia territorial en la distribución de los beneficios de la vida en las ciudades, donde el disfrute de la urbanidad y el urbanismo sea posible para todos.

Hay un clamor en la mayoría de los países relativo a reclamos por las condiciones de movilidad, por servicios públicos e infraestructura urbana insatisfactorios; contra las extensas áreas periféricas sin cualidades (arquitectónica, urbanística y ambiental), contra los intereses corporativos como política urbana, todo lo cual constituye el cuadro de fondo donde se dirime la cuestión socio-espacial contemporánea.

De acuerdo con Michel de Certeau, podemos decir que la alianza de la ciudad y del concepto jamás se identifican, pero ella va en la dirección de su progresiva simbiosis: estructurar la ciudad es a la vez pensar la pluralidad misma de lo real, y darle efectividad a ese pensamiento de lo plural: es saber y poder articular.

Por eso, desde mi punto de vista, el «arquitecto-urbanista» debe ser un «conexionador», un hacedor de conexiones en el interior de la ciudad y la sociedad dividida entre incluidos y excluidos de los beneficios de la urbanidad.

Las metrópolis contemporáneas nos desafían a pensar al respecto de la necesidad de una constante negociación entre los dispositivos de significación, de socialización, de poder y de ámbitos para la vida, que constituyen hoy lo «urbano».

Los espacios intermedios y la reconfiguración de la ciudad

El problema actual que tenemos por delante, consiste en articular los módulos de morfología urbana, con el tejido urbano, pensando la ciudad como un sistema complejo de relaciones espaciales, funcionales, económicas, sociales y de movilidad. Debe tener en cuenta las interacciones entre las diferentes partes de la urbe, considerando la escala de lo edificado y los sistemas viarios como punto de partida, dentro de la dimensión de grandes espacios, enfrentándose a lo territorial en un horizonte urbano que demanda nuevos parámetros en la confrontación con algo siempre mucho mayor. No hay ciudad genérica, hay solo caso a caso; más allá de algunos elementos comunes que vamos encontrando aquí o allá.

Las megalópolis imponen un trabajo con la gran escala. La experiencia urbana contemporánea implica ruptura, distancia y saber lidiar con los intervalos que se producen en el interior del proprio conglomerado, en el magma urbano, donde el impacto de la escala disuelve toda continuidad espacial, y por eso, mismo en la discontinuidad, la cuestión que se coloca es como contribuir al entrelazamiento de calles, barrios y la arquitectura estableciendo algún sentido.

El uso de color en el Núcleo Habitacional Rocinha, Río de Janeiro. Foto © Gabriel Jáuregui.

El uso de color en el Núcleo Habitacional Rocinha, Río de Janeiro. Foto © Gabriel Jáuregui.

Hoy tenemos que trabajar en la disonancia metropolitana, articulando elementos complejos y de variada índole, atentos a la escala y a la interactividad con cada condición de contexto, lo que exige capacidad para sensibilizar instituciones públicas y privadas, a los habitantes y movilizar recursos específicos propiciando nuevos encuentros y alianzas.

En estas circunstancias, los espacios intermedios (intercalares) tienen un papel fundamental en la reconfiguración (recentralización) de la ciudad, creando otra trama sobre la malla urbana existente, posibilitando conexiones entre lugares que aparecen como alejados y desconectados unos de otros.

Cada proyecto debe emplear tácticas y estrategias específicas en función de la escala de que se trate, de las condiciones del contexto y de las especificidades socio-económico-culturales de los habitantes del lugar, las soluciones a ser buscadas deberán interpretar las características del tejido urbano existente mejorándolo e incorporando los valores de la comunidad, teniendo por objetivo la resignificación socio-ambiental de cada lugar de intervención.

Las estrategias no son apenas para la reestructuración morfológica de los espacios, sino una manera de intervenir en la relación entre las personas y su ambiente, generando nuevos marcos simbólicos, contribuyendo para la rearticulación de las redes sociales.

¿No es precisamente la función del urbanismo favorecer las interacciones entre las diferentes partes de la ciudad, en todas las escalas?

La pregunta es: ¿cómo queremos vivir en nuestras ciudades? ¿Y cómo podemos actuar para alcanzar las metas?

Esto tiene que ver con hacer confluir las decisiones del poder público con las acciones de la «iniciativa privada» (iniciativa para qué, podríamos preguntar) con las «fuerzas del mercado», y los intereses del ciudadano, para poder vivir en entornos más amables, mas convivibles, más sostenibles, reequilibrando la relación masa construida—masa verde.

Núcleo Habitacional Complexo do Alemão, Río de Janeiro. Foto © Gabriel Jáuregui.

Núcleo Habitacional Complexo do Alemão, Río de Janeiro. Foto © Gabriel Jáuregui.

El rol social del arquitecto

Desde mi experiencia de intervención en las 4 escalas del urbanismo (pequeña, media, grande y territorial) la «función social» del arquitecto consiste precisamente en darle coherencia al conjunto de demandas sociales difusas, otorgándoles una visibilidad que permita la acción.

Finalmente, considero que a pesar de todo lo realizado, inclusive en varios países, el intercambio de experiencias, la evaluación de resultados y el establecimiento de un corpus consistente para actuar en la articulación de la ciudad y la sociedad divididas, en las diferentes realidades, todavía es materia pendiente. Encuentros, debates y estudio de casos específicos, continúan siendo necesarios en los cinco continentes.

Los problemas de la pobreza, la creación de fuentes para generación de trabajo y renta, la calificación de las periferias, la materialización de nuevos núcleos habitacionales con el DNA de lo urbano, el enfrentamiento de los problemas de movilidad y conectividad urbana, el reequilibrio de la relación masa verde—masa construida, la sostenibilidad (integral) de los nuevos desarrollos urbanos, la disminución del gasto energético en las ciudades, la contribución para la convivencia de las diferencias y la acogida de los inmigrantes, están entre las cuestiones más apremiantes en todo el planeta.

Main image: Diagram to read the structure of the place and the complexity of the 13 different favelas, Alemão Complex, Rio de Janeiro. Image Jorge Jáuregui